martes, 17 de febrero de 2009

Fragmentación, apatía y desesperanza

Fragmentación, apatía y desesperanza

Un reciente relevamiento realizado entre 150 importantes empresarios por la consultora internacional Grant Thornton International Ltd, sobre cuales son las principales trabas al desarrollo de la Argentina, el 91 por ciento mencionó a la corrupción y la inseguridad jurídica, seguido por un 88 por ciento que destacó la falta de confianza en las políticas del gobierno nacional. A esto se deben agregar las opiniones de los medios y analistas más esclarecidos de Argentina que consideran bajísima y vergonzante calidad institucional del país.
Esta baja consideración al gobierno y la altísima percepción de su corrupción es percibida en la opinión pública, que tienen bien claro que la crisis es de origen local y no internacional. Las erróneas e insólitas medidas tomadas por el Gobierno Nacional, respaldan este criterio: El freno a las exportaciones de carne y granos; la continuidad de las injustas retenciones a la producción del campo; el abandono de la industria lechera y la falta de créditos blandos para la producción. El escenario del gran aislamiento político y financiero. El traspaso de los fondos de la AFJP al sistema estatal de previsión social y los 23 mil millones de dólares que salieron de nuestro país. Los incumplimientos del prometido pago de la deuda con el Club de París y de nuevas negociaciones con los bonistas que no habían entrado en el canje de deuda. El grave error de no haber constituido un Fondo Anticíclico que permitiera al país afrontar con solvencia la creciente amenaza de recesión y consiguientes despidos de trabajadores. De ahí, que la única válvula real que le queda para regular un conflicto social que amenaza agravarse junto con el notable deterioro de las variables económicas, es el sometimiento a la CGT. Sumisión que actúa de manera directamente proporcional a su caída en la consideración popular y al agravamiento de la situación económica.
(Oligarquía. Del gr. oligarkhía. f. “Gobierno de pocos; el que constituyen algunos poderosos que se unen para que todos los negocios dependan de su arbitrio”). El pueblo argentino esta hastiado de la oligarquía reinante, conformada por actores de todos los sectores, desde la economía hasta los sindicatos, originada fundamentalmente por la avidez de poder de una clase dirigente que, por medio de la práctica de un clientelismo sistemático, el vaciamiento de las instituciones de control, la manipulación de la Justicia, la presión impositiva creciente e injustificada, el gasto público ineficiente, privilegios para empresarios acomodados y la absorción de los recursos de las provincias, se las ha arreglado para regenerar constantemente un entorno de fragmentación, apatía y desesperanza. Todas estas variables poderosas y profundas que operan en la sociedad argentina, hacen que al haber una concentración excesiva de poder se impida decidir sobre la vida y el destino del pueblo, al violarse la ley o acomodarla a su gusto. La pobreza funcional existente es promovida por este círculo de poder, usando la prepotencia y la falta total de escrúpulos a la hora de administrar fondos públicos para fines partidarios particulares
La población esta harta que un ex presidente sin haber sido elegido, ni haber sido designado en ningún cargo público, de instrucciones a ministros, gobernadores y funcionarios en general sobre gestiones administrativas, políticas y actos de gobierno, ordenándole a legisladores sobre cómo deben votar las leyes, disciplinándolos bajo su mando, reduciendo al Congreso Nacional a la nada. (Usurpación de autoridad prevista en el Art. 246 del C. Penal). Es evidente y grosero que al Vicepresidente se lo desconozca e ignore, relegando la figura y funciones de la segunda autoridad del país, y que no exista ninguna reunión con la oposición, ni con otras personalidades para cambiar ideas e ilustrarse acerca de los graves problemas que afectan al país y al mundo.
Todos aquellos argentinos que no están en una situación de dependencia o desesperación, deben volcarse hacia la actividad política y social, en la medida de sus posibilidades, para que el clientelismo tenga cada vez menos influencia en las próximas elecciones, y pueda nuestro sistema político ser el fruto del accionar de partidos que, por su propia esencia y organización, tiendan a hacer prevalecer a las personas más capaces e idóneas, en vez de aquellas que menos escrúpulos y más ambiciones personales poseen. Votar por la república, la transparencia, la excelencia, el esfuerzo y la honestidad, será un acto de patriotismo.

Aníbal Hardy
hardyani@arnet.com.ar

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